Hace 17 días, cuando puse aquí la noticia de la desaparición de Marta, lo hacía con pocas esperanzas y con mucho miedo de que no apareciera viva. Hoy, ese temor se ha confirmado.
Se diría que San Valentín, el santo del amor, ha propiciado que esta incertidumbre no durara más. Pero el drama de esos padres no ha terminado. Aún necesitan tener el cuerpo de su hija para poder tener consuelo.
Que incongruencia ¿verdad? Tener el cuerpo de su hija. Pero es así.
A la negación de que ha muerto un hijo, aún teniendo la certeza, aún viendo su cuerpo, es necesario que siga su enterramiento. Saber dónde está. Sólo así podrá comenzar el duelo.
«No, no, mi hija no, no, mi hija no». Yo repetía esta frase loca de dolor nada más conocer la noticia de la muerte de mi hija. De repente. De golpe. En un segundo. La negación es tremenda. Llamaba por teléfono a los amigos, a la familia y decía: «dicen que Helena ha muerto…» Para mí era algo que decían. Yo no lo podía admitir.
Estos padres no podrán, tampoco, admitirlo, hasta que no tengan el cuerpo de su amada hija.
Queridos padres de Marta:¿Qué os puedo decir? Lo que siempre digo: vuestro dolor es también el mío.
¡Malditos y mil veces malditos! los que nos arrebatan a nuestros hijos.
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.