Hoy había tulipanes: blancos, rosas y amarillos, como el ramo con el que me recibió Helena en el aeropuerto de Ámsterdam. A través de los cristales la veía haciendo gestos y espavientos, con ese ramos de tulipanes amarillos, especialmente comprado para mí. Era mi ramo de recibimiento.
En sus cartas me decía: mamá con lo que te gustan las flores cómo disfrutarías en este país.
Hoy los hemos comprado rosas y se lo hemos llevado. Y cada vez que la visitamos conozco algún nuevo joven con el que comparte este especial parque. Y no sé qué es lo que hace que después de dejarle sus flores me dirija a alguna tumba más o menos cercana.
Si no hace mucho descubría la del joven Alberto porque me llamaba la atención un ramo de calas, hoy descubría a Laura. Una banderola con su foto y el texto «Lauranuestroangel.com» me llevaba hasta ella. Las fechas, una vez más, delataban una vida casi apenas comenzada y ya acabada.
Como en el caso de Helena, fue también un día de Abril, solo que Laura se fue cuatro años después.
…cuando no hay ya lágrimas bastantes,
porque alguien, cruel como un día de sol en primavera,
con su sola presencia ha dividido en dos un cuerpo…
(La realidad y el deseo. Luis Cernuda)
Ya en casa, he buscado en Internet y he encontrado la historia de Laura.
No sé si es Helena quien hace que mis pasos se encaminen a un lugar determinado. No creo que sea un gusto macabro.
Y así, paseando por el verde manto de césped que cubre a Helena, cada vez conozco a un nuevo morador de este barrio.
Querida Laura, tu página es preciosa y denota que, una vez más, hay unos padres detrás.
Helena está unas filas más abajo. La reconocerás fácilmente. Las calas son su señal de identidad.
¡Hoy te echo de menos!
Yo sólo quiero hacerte saber
amiga estés donde estés
que si te falta el aliento yo te lo daré,
si te sientes sola, háblame
que te estaré escuchando aunque no te pueda ver,
aunque no te pueda ver.
(Alex Ubago. Aunque no te pueda ver)
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por el alcohol que otro tomó.