Se cumple el segundo aniversario de Rocío y su amiga, que creo se llamaba también Rocío, las jóvenes de El Morche.
A veces, como pasa con nuestros mayores que se mueren por la edad, en las muertes de los jóvenes se producen los tópicos: regreso de una fiesta, de noche, coche, y no se investiga más.
No sé si se llegó a saber por qué cayeron a ese arroyo pero fuera cual fuera la causa, los corazones de los familiares de estas jóvenes quedaron rotos y nunca volvieron a ser los mismos.
Ros, la madre de Rocío, escribe muchas veces comentarios en este blog pero no he conseguido su correo, así es que no tengo foto de Rocio que, solo por su juventud, seguro que era muy guapa. Por eso, figuran las calas de Helena, como siempre, en homenaje a los que se van.
Un abrazo, Ros, o como te llames, madre de Rocío, en un día como hoy.
¡Rocío!, ¡Ay mi Rocío!
Manojitos de claveles,
capullito florecido.
De pensar en tus quereres
voy a peder el sentido,
porque te quiero mi vida
como nadie te ha querido,
¡Rocío!, ¡Ay mi Rocío!
Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.