Madrid Arena: por culpa de todos

«…Un evento en el que, por negligencia de unos y otros, falló todo lo que podía fallar, hubo inactividad criminal por parte de todas aquellas personas que tenían que haber velado por la seguridad, y se produjo el trágico resultado que todos lamentaron  pero ninguno previó y mucho menos evitó». El juez Eduardo López-Palop.

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Hoy, cuando leía esto en un periódico, no he podido por menos que recordar la frase de la dedicatoria de este blog: por las acciones de otros, por las omisiones de tantos, por la culpa de todos.  El periodista lo titula Una tragedia que nadie previó y menos aún evitó, y el magistrado dice que «codicia, negligencia, actuaciones temerarias, y dejación de funciones» causaron la muerte de las cinco jóvenes: Belén, Teresa, Cristina, Katia y Rocío.

Lo que decía yo, por culpa de todos.

Pero después de haber 16 imputados, echo en falta alguna figura política. Sí, el inspector jefe de la policía, pero es el único y casi más por haber permitido el botellón en las puertas del Madrid Arenas que por cualquier otra cosa.

Nadie relacionado con el ayuntamiento. Ninguno de los que dimitieron porque se rumoreó que iban a ser imputados. Nadie. Se queda todo reducido  a que el Ayuntamiento (propietario del Madrid Arena) es el responsable civil subsidiario. ¡Estaría bueno!

Y ahora, a esperar el juicio que será dentro de más de un año, y donde más de uno se irá de rositas. Y por supuesto, nadie de esos 16 imputados, puede saber el dolor de esas cinco familias. Ni el resto de responsables que son más de esos 16 imputados. Nadie que no ha pasado por la muerte traumática de un hijo, sabe como afecta, cómo marca, cómo destroza nuestras vidas.

Ninguna condena, ninguna indemnización, les devolverá la vida. Ninguna condena será suficiente. Y el paso del tiempo tampoco curará nada.

Mi solidaridad con las familias, Isabel, Ángel… esto solo acaba de empezar. Un fuerte abrazo.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por culpa de un conductor borracho.

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Dos años sin mi padre

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Querido Papá:

Dos años ya sin ti. Cómo pasa el tiempo. Nada más perder a Helena, el tiempo se nos hacía eterno, las horas eran de más de 60 minutos, pero según van pasando los años, el tiempo vuelve a ser relativo.

Y eso no quita para que cada día me sienta más huérfana.

Y también se puede decir que hacía años que tú ya te habías ido, pero nadie admite eso con un familiar querido, porque habrá momentos en los que fríamente se diga «este ya no es mi padre», pero en tu caso es que había momentos en los que seguía saliendo tu personalidad.

Cómo he sufrido en estos últimos años, papá, arrastrando mi pena por la pérdida de Helena, y asumiendo vuestro deterioro y sin poder hacer más de lo que me hubiera gustado.

Siento como el tiempo pasa y yo misma me encamino a un deterioro prematuro que pronto me llevará a una situación de vejez. En mi caso, ni siquiera podré tener esa atención en la que yo me desvivía por poder daros. Ese es el problema de ser una madre sin hijos.

Pero mientras que yo viva, tu recuerdo estará siempre presente, y me repito muchas veces, hablando de tu moto, de la moto y el sidecar, o de ti y las máquinas, hombre del Renacimiento.

Rafael

No te olvido, querido papá.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, hija de Rafael.

 

 

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La treintena de Helena.

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(El último cumple de Helena recogido en su agenda. ¡Crisis de los 20, dice!)

Querida hija: Felicidades.

Sí, es un felicidades muy seco, pero cómo edulcorarlo, dónde mandarlo, cómo hacer que te llegue.

Hay madres que envían besos y abrazos al cielo, o al azul, a la eternidad, al más allá…A mí ni siquiera me sale “allá donde estés” porque no tengo seguridad de que estés en ningún otro lugar más que en nuestro corazón  y el resto de tu cuerpo bajo un manto de verde hierba.

flores

Ni siquiera, y a pesar de haberte convertido en una mariposa, pienso que eres alguna de esas con las que me cruzo.

Pero, aún así, trato de pensar que este deseo de felicidad pueda llegarte.

Quizás hayas vuelto a nacer, como decías tú. No sé, y me pregunto muchas veces, por qué pensabas eso. Creo que fue la única vez que hablamos de la muerte, eras tan pequeña y lo viste y lo comentaste con tanta naturalidad que lo recuerdo una y otra vez.

Pero volviendo a tu cumple,  Ya son treinta años, dicen que la mejor época de la vida. Treinta años y éste el décimo cumple que no podemos celebrar contigo.

Intento imaginarme como serías con treinta años, qué habría pasado en tu vida. Tal vez casada, a punto de ser madre, o quizás por ahí fuera, en un país europeo, como tantos otros jóvenes.

Pero la única respuesta que consigo es que estás en un lugar, lo que queda de ti, en el que nadie quiere estar. Que nunca llegaste a utilizar esas calas que serían tu ramo de novia. Que nunca llegaste a tener hijos, esos hijos que siempre pensaste que si no los tenías lo adoptarías. Ese trabajo y esas prácticas que nunca llegaste a realizar y que estaban previstas para unos meses después de ese fatídico 17 de Abril.

Cosas y situaciones que ya no se cumplirán y que ya no existirán, como tú.

Y sigo sin creerme esta realidad. Y sigo pensando que es un sueño del que despertaré, respiraré y sonreiré al darme cuenta de que todo ha sido un sueño.

Pero, mientras, sigo, año tras año, utilizando este medio para felicitarte.

De repente me he dado cuenta que siempre utilizo poemas el día de tu cumple. Para éste, utilizaré un poema que tu padre y yo compartíamos en nuestros primeros momentos de enamoramiento. Ahora, también, para poder transmitir mi amor por ti:

…Aunque bajo la tierra

mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré….

Miguel Hernandez. “Carta”

Y eso estoy haciendo, escribiéndote a la tierra, esa que te cubre.

El palomar de las cartas

abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.

Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.

Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.

Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.

En un rincón enmudecen
cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes,
de los amores de luego.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.

Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro.

Cuando te voy a escribir,
te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable
tinta de mi sentimiento.

Allá va mi carta cálida,
paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas
y la dirección en medio.
Ave que sólo persigue,
para nido y aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos,
y el espacio de tu aliento.

Y te quedarás desnuda
dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla
del todo contra tu pecho.

Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra,
que yo te escribiré.
Ayer se quedó una carta
abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelante, humano,
sin ojos que puedan serlo.

Mientras los colmillos crecen,
cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
los derramados tinteros,
las bocas estremecidas
de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz
han de repetir: te quiero.

Te quiero, te queremos, nuestra hija preferida, nuestro principio y final, nuestra luz y guía. Por eso estamos tan perdidos sin ti.

Besos de estos mortales, tus padres.

Flor y José María, padres de Helena, muerta por un conductor borracho.

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La poesía y el dolor. Madres sin hijos, de Manuel Juliá

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Este es el artículo escrito en La Tribuna de Ciudad Real, por el periodista, escritor y poeta,  Manuel Juliá, dedicado a «Madres sin hijos» y a los padres de los cinco niños de Monterrubio de la Serena:

 

 

«Dedicado en especial a Flor Zapata, madre de Helena, y su asociación Madres sin Hijos, en un día como hoy en el que la tragedia de Monterrubio de la Serena nos llega a a todos al corazón…

también a los padres de los cinco menores y los heridos

no solo te envío mi solidaridad Flor, estoy seguro que también la de todos mis amigos…»

subtítulo: La poesía y el dolor

http://www.manueljulia.com/articulos/776/madres/sin/hijos

Querida Flor, como tus compañeras de Madres sin Hijos seguro que hoy no podrás abrir el periódico ni encender la televisión ni escuchar la radio. Esa senda roja que es la carretera se ha convertido de nuevo en el monstruo que pide su cotidiano sacrificio juvenil. Pero aquí no quiero gastar ni una palabra en la descripción del hecho, porque siempre es lo mismo: alcohol, drogas, imprudencia…Deseo comentar algo que me habéis descubierto vosotras, y que ahora no deja de estar en mi mente cuando abordo un texto literario. Me habéis enseñado que la poesía, cuando tiene fuerza, no solo crea un espacio íntimo en el que es posible gozar la belleza exterior e interior, sino que también es un consuelo para el dolor, para ese dolor que no cura ninguna medicina.

La poesía cierta es consuelo porque lo nombra, porque lo describe, porque al nombrarlo lo descubre, porque le quita sus máscaras y porque frente a su rostro real puede encontrar sus debilidades. La poesía araña cada uno de los rincones ocultos del dolor. Le quita sus sábanas y sus embozos, y es como si lo venciese, y entonces el dolor al verse desnudo, descubierto, abordado, se amansa, incluso puede transformarse en esperanza o en fe. Porque la poesía puede abrir esos candados que hay en nuestra mente y que solo nos dejan ver la apariencia. La poesía puede meterse dentro de la carne y abrir esos candados, para que el mundo que veamos sea más completo y enigmático. Desde la ventana de mi buhardilla veo la interminable llanura de La Mancha. Si me quito esos candados cuando llega el atardecer, puedo sentir que la luz deja su mayor belleza antes de irse. Parece que un divino plumín multicolor ha creado el mejor cuadro impresionista jamás pintado como umbral del fin.

Abro vuestra web en este día con flores teñidas de sucio asfalto y sangre fresca. El aire que os rodea tiene los rostros de cinco jóvenes perdidos. No deja de clavarse la espada de la realidad en vuestro corazón. Pero también observo que a través de la poesía se amansa vuestro dolor. Porque, como dices, «sientes que las palabras del poeta han sido escritas para mí», describen el hueso duro de tu dolor, te ayudan a que puedas sacártelo del pecho. Como dices nadie mejor que Rosalía de Castro puede describir el dolor por la pérdida de un hijo.

Y un día llegó un poemario mío a tus manos, «Sobre el volcán la flor», y sentiste que ese título llevaba tu nombre y el volcán de dolor que te apresaba. ¡Luego hemos dialogado tanto a través de los poemas…!. El otro día te vi y te di el abrazo que da del poeta a quien da vida a sus versos. Porque solo la poesía Flor, puede vencer a la muerte en el corazón de los humanos.

Muchas gracias, por escribir con palabras tan bonita y precisas, el dolor que sentimos las «Madres sin hijos». Hoy todos somos vecinos de Monterrubio de la Serena, hoy somos muchas más las madres sin hijos. Gracias por tu solidaridad. Ojalá les llegue a esos padres tu dedicatoria y la solidaridad de todos.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por un conductor borracho.

www.quieroconducirquierovivir.com

 

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Los niños de Monterrubio de la Serena

calasd

Hoy ha sido el día de dar sepultura a los cinco niños de Monterrubio de la Serena: Juan Pedro de 14 años,  José  Manuel de 12, Bernardo de 15,  Javier de 15, e Ismael de 13.

…Tierra sobre el cadáver insepulto
Antes que empiece a corromperse… ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la yerba…

«Era apacible el día» Rosalía de Castro

Niños porque casi no se les puede llamar adolescentes. Y para sus padres siempre serán sus niños.

Hoy no he dejado de pensar en esas cinco familias a las que ya les ha cambiado la vida. Y no sé cómo darles consuelo, cómo insuflarles algo de esperanza, porque no hay consuelo ni esperanza.

Cada uno de ellos llevará su duelo de diferente manera. Cada uno, en determinado momento, querrá morirse, o buscará un nuevo sentido a su vida, inconscientemente se amarrará a la vida, porque nadie se muere cuando quiere, nadie puede evitar ese dolor tan grande que se apodera de las entrañas, intentando morirse. Sería la solución más fácil, pero la más difícil de llevar a cabo.

Y solo el tiempo pondrá algo de cordura, ayudará a vivir con ello, a sobrevivir, pero sobrevivir no es vivir.

Todavía no saben lo que les ha pasado. Aún están bajo el shock. Todavía no son conscientes de que les han partido la vida. Porque todo comienza a partir de este día. Los años, los acontecimientos pasados y futuros tienen un nuevo inicio de recuento: a partir de este día.

Solo deseo que estos padres que comienzan un camino de dolor, no sean padres de un único hijo, porque, entonces, se convertirán en Madres y Padres sin hijos, como soy yo, y la pena y el dolor se enroscará en su futuro haciendo que éste desaparezca. Ojalá todos tengan más hijos, o posibilidad de tenerlos.

Y yo seguiré firmando, madre de Helena, muerta por culpa de un conductor borracho, y ya llevo 9 años intentando concienciar de que no se puede conducir con drogas, pero cada día me parece una labor inútil, porque siempre hay un impresentable que no le importa la vida propia ni la de los demás.

Y seguirán llamándole accidente de tráfico para que los culpables se sientan menos mal.

Vuestro dolor es también el mío.

…¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
Torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!…
Jamás el que descansa en el sepulcro
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos
¡Jamás! ¿Es verdad que todo
Para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad…

«Era apacible el día». Rosalía de Castro

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

P.D. Cuando escribí este post no conocía que el escritor y poeta Manuel Juliá, había escrito un artículo especial  dedicado a este blog, a mi persona, pero especialmente con el rcuerdo puesto en estas nuevas madres sin hijos, las madres de los niños de Monterrubio de la Serena. Gracias, Manuel:

http://www.manueljulia.com/articulos/776/madres/sin/hijos

 

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El sueño del amor

manuel

Ayer estuve en la presentación del libro de poemas de Manuel Juliá, «El sueño del amor».

Descubrí al poeta Manuel Juliá hace unos años, después de la muerte de mi hija. Era una época en la que me refugiaba en la escritura y, a veces, mi torpeza me impedía expresar los sentimientos que oprimían mi corazón con las debidas palabras. Entonces, buscaba a los que tienen esa facilidad y ese don para expresarlos a través de la poesía.

Me descubrieron a Rosalía de Castro. Nadie mejor que ella podía describir el dolor por la pérdida de un hijo. Y después, encontré a Manuel Juliá. Él entro en mi casa a través de su obra «Sobre el volcán la flor». Parecía que era una obra escrita para mí, pensando en mí. Ese título se identificaba con mi estado: Flor estaba en un volcán de dolor.

Ayer, en la presentación de su nuevo libro, lleno de poemas preñados de amor, nuevamente me identifiqué con esos poemas, porque el amor tiene mil formas, y, aunque estos poemas están llenos de pasión, el amor de una madre, ahora una madre sin hijos, está también lleno de pasión.

Y encontré mi poema, o mis poemas:

…Soy un viejo que mira el reloj a las doce

por si te vuelves un hada dentro de la colonia

de sombras del mundo acabado que me rodea, 

Pero sobe todo, encontré mi poema, no lo podía haber descrito mejor:

El día que me dejaste vi el mundo

como una casa imposible de habitar,

vi las nubes como países en los que no amanecería

y los árboles como seres atormentados que hablaban

con nuestras palabras perdidas,

 

sentí que ya no tenía ninguna vida para dar a nadie

y que tampoco tenía una vida para mí

porque me envolvía una piel de acero

que apretaba mi corazón contra los huesos,

 

senti que jamás podría volver a encontrar mi mirada

en el huerto alegre, donde el humo callado

habla con el agua verde de tu corazón misterioso,

 

el día que me dejaste vi la luz morir en mi puerta

como un papel vacío

que no encuentra su uniforme de mentiras o sombras,

vi los pensamientos detrás de la derrota

como paredes grises que no tienen realidad,

 

el día que me dejaste me quedé lleno de límites

confusos, con un dolor de espalda

y un estatus de sombra

que espera una cita en un café desierto,

ahora amor soy el epílogo de un libro

al que han robado sus páginas y busca su estantería

para poder morir en paz.

 El día que me dejaste. Manuel Juliá.”El sueño del amor”

Supongo que seguiré sirviéndome de sus palabras para describir mis sentimiento.

Gracias, Manuel Juliá, por escribir .

Enamorados, os lo recomiendo.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

www.quieroconducirquierovivir.com

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El regalo del día de la madre

Nos repetimos que es un día instaurado por los grandes almacenes, por los comerciantes, creo que con la intención de no sufrir más por ello, pero dejando aparte ese regalo que ya no tendremos, que no volveremos a recibir, no podemos dejar de sentir pena, dolor y rabia, porque, en el fondo, a todas nos gustaría tener en este día, como regalo, un beso, ese beso del día de la madre al que no podemos renunciar.

Pero, las que somos “madres sin hijos, no volveremos a tener ese beso, ese abrazo, ni ese ramos de flores o ese regalo tradicional.

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(Felicitación de Helena en el día de la madre del año 94)

Por eso, queridas madres que sí tenéis más hijos, disfrutad de este día. Aunque os falte un trocito de vida. Esos otros hijos que tenéis merecen vuestro cariño, vuestro agradecimiento, vuestro abrazo.

Madres que a tientas y en la oscuridad

buscan el rastro de todos sus hijos.
Van hasta allí donde está la verdad,
buscan los rostros desaparecidos.
Madres de madres,
abuelas y madres,
madres sin hijos,
todas rebuscando a tientas en la oscuridad.

Madres sin más que un impulso de amor,
como un candil que ilumina lo oscuro.
Aun en la noche persiguen el sol.
Para su búsqueda no existen muros.

Madres de madres,
abuelas y madres,
madres sin hijos,
todas como lamparitas persiguiendo el sol.

Madres que guardan un algo común:
fueron robadas donde más dolía,
van construyendo un espacio común
paso a pasito como las hormigas.

Madres de madres,
abuelas y madres,
madres sin hijos,
madres todas construyendo un espacio de luz.

Madres heridas sin más que perder
cuando se arriesgan no piensan en ellas.
En su reclamo no anhelan poder
sólo la vida delata sus huellas.

Madres de madres,
abuelas y madres,
madres sin hijos,

“Madres”. Pedro Guerra

 

Querida Hija, un año más echo en falta tu regalo, tu beso, tu abrazo, toda tu persona. Sigo caminando por ese sendero sin fin, sin meta, sin mañana, en  que se convirtió la vida desde que tú no estás.

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Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

 

 

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El dolor contenido

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Querida Hija: Ya han pasado nueve años, pero como dice mi amiga Flory , es igual que pasen nueve días, nueve años o nueve eternidades. Seguimos añorándote, extrañándote, echando en falta tus besos y abrazos, necesitando tu presencia constantemente.

Pero nadie se muere cuando quiere, ni siquiera aquellos que se quitan la vida, que siempre decía mi psicóloga, y nosotros no íbamos a ser menos. Seguimos envejeciendo, engordando, y con el dolor contenido, y eso es lo que hace que los demás piensen y te digan que estás muy bien, que te ven bien.

Y yo les digo, porque me veis de color. Porque, ya he comenzado a unir al negro y blanco, otros colores.

Pero tienen razón, estamos bien. La que peor está eres tú. Y cada vez que voy a verte me digo ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

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Y me gustaría ser como otras madres que están convencidas de que sus hijos están en un lugar mejor, que son felices, y que volverán a verlos y a reunirse con ellos. Y las envidio por esa forma de pensar, pero no puedo, no he llegado a ese estadio.

Aún sigo sorprendiéndome por tu frase, y sigo pensando en lo que he tenido, pero también lloro por lo que he perdido.

Y siento que la vida fue cruel conmigo y contigo, con nosotros. Que el puto trabajo me quitó muchas horas de las que podría haber pasado contigo. Que la vida es engañosa y nos obliga a vivir desesperadamente, sin disfrutar de las cosas y las personas que nos rodean.

Echo tanto de menos tus besos, esos que si no se dan se pierden, y tus abrazos apretados, y tus piernas encima de mí pesando como tierra, y tu petición, casi  ruego, de acostarte conmigo cuando papá viajaba.

¡Cómo te habría gustado ver la terraza llena de calas! Tus calas. Este año sí que han dado flores. Cada año más. Es como si se empeñaran en, cada año, regalarte un nuevo ramo de novia, ese que decías que llevarías cuando te casaras.

Pero no quiero seguir contándote más cosas de las que me hacen llorar. Hay que ser contenido. Especialmente por los demás. Porque nadie quiere ver a alguien llorando durante nueve años. Porque nadie quiere sufrir por el dolor de los demás. Porque la vida sigue, que dicen todos. Pero es que nadie puede saber lo que otro siente, por mucho que intente imaginárselo o ponerse en su lugar, y a cada uno le duele lo que le duele.

Y de nada me sirve imaginarte en ese “país infinito” que me he inventado, rodeada de seres pequeños, convertidos en animalitos y llamándote “hada Helena”. Son solo pequeños trucos para ayudar a otras madres que han perdido a sus hijos.

Y no hay un solo momento del día o de la noche, un viento, un perfume, una conversación, la visión de una joven con el pelo recogido, una pareja de enamorados, una canción, una película, cada vez que tomo el tren, una carcajada, un poema, que no me traiga tu recuerdo, tu imagen, seguido de la tristeza de no tenerte.

Y cada día maldigo a quien te arrebató la vida y partió la tuya y la nuestra. Y sembró el dolor y la locura en esta casa, en esta familia.

No sé de dónde he sacado y saco la fuerza para sobrevivir nueve años. Quizás sea verdad que tienes magia, que eres un hada, que cada día soplas el aire que respiro, quizás, quizás.

Perdóname, mi vida,  esta locura. Sí, estoy loca, pero es de dolor.

Cada día me siento

 más huérfana,

cada día más sola,

cada día más perdida.

No tengo tu regazo,

para consolar mis penas.

Y el mío está seco,

solo y frio.

Hasta el día en que,

loca de tanto vivir,

pueda ir a reposar en otro,

a ella

que salió de mí.

“Tu regazo”. Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

(Perdona, Espido, los gerundios de este escrito. Son necesarios)

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por un conductor borracho.

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Diana Navarro Sinfónica

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La gira de Diana Navarro Sinfónica llegó a Madrid, y con ella, una nueva oportunidad de escucharla, admirarla, disfrutarla y poder abrazarla. Y todo con “la” porque ese la es “ella”.

Mi historia con Diana Navarro comenzó hace nueve años, con los primeros reyes sin Helena, y he seguido su camino porque la música de Diana Navarro me emociona, me hace reír y llorar, es un motivo más para recordar a Helena, y me une a la realidad, esa que queremos abandonar con la muerte de un hijo.

He escrito tantos post sobre Diana, a lo largo de estos nueves años, que siento que algunos enlaces no funcionen bien, para aquellos que aún no conocen a Diana Navarro, porque os animo a que lo hagáis.

Y ayer, en el Teatro de la Zarzuela, Diana Navarro dio un paso más. Algo que yo misma llevaba diciendo durante mucho tiempo.

Diana y la orquesta filarmónica de Aljarafe, porque Diana siempre va haciendo patria , una orquesta llena de jóvenes músicos y con un director también muy joven, nos deleitaron con las canciones de Diana en clave filarmónica, y una tarde fabulosa.

Piezas de la Zarzuela más tradicional, copla, canciones de sus primeros discos, fueron deslizándose por la boca de Diana.  Deslizándose porque Diana no se esfuerza en cantar, le sale solo, igual que el agua mana en una fuente con caño abierto, sin grifo que la cierre. Y suena como esa agua, limpia, clara, cristalina.

Pero ayer dio un paso más. Perdonar mi incultura musical, porque por culpa de ella, no puedo recordar el título de algo que nos regalo como una propina: un aria de ópera.

Sí, desde hacía mucho tiempo, yo decía que Diana terminaría cantando ópera, porque le gusta y porque puede cantar todo lo que se proponga o quiera. Y no me extrañaría que ese nuevo disco que está preparando para publicar con un giro de 180º, según ella, sea una nueva primicia de esta clase.

Diana, con un vestido blanco impresionante, que yo definiría como de hada, novia, danza española, y un vestido negro, moderno, original, transparente, nos envolvió durante una velada vibrante y con algunas lágrimas. Unas poquitas de ella, emocionada, y otras de los que la escuchábamos.

Gracias, Diana, por tus besos y abrazos, por seguir recordándome, por tus canciones, tu sonrisa y tu bella voz.

Y gracias a Belén, una joven escritora, periodista, compañera de aprendizaje en escritura, absoluta fan de Diana,  y sobre todo, una joven que cada año, al menos una vez,  me obliga a salir y contactar con el mundo real llevándome a estos conciertos. Me siento como si saliera con mi hija.

Gracias a las dos. Os quiero.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

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Las flores para nuestros hijos

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No conozco otras culturas en temas de duelo, pero en la nuestra, las flores son el elemento que acompaña a nuestros seres queridos en los cementerios.

Les despedimos con ellas, les honramos con éstas en el día de recuerdo de todos los difuntos, en su cumple, en reyes… siempre que necesitemos sentirnos cerca de ellos. Y algo que antes no entendía, ahora, necesito visitar a mi hija y llevarle flores, con cierta regularidad.

En el cementerio que se encuentra Helena, además de las flores, lo que predomina es un verde manto de hierba.

Cada una de las madres sin hijos tiene una flor preferida para llevar a su hijo/hija. Las flores de nuestros niños son muy variadas y todas ellas son preciosas.

Probablemente, muchas madres utilizamos flores porque eran las que les gustaba a ellos, porque les recuerdan algún momento anterior o porque son las que más les gustan, pero no sé si conocéis el significado de las flores.

Por ejemplo, empecemos por los Claveles:

El blanco significa “indiferencia”, el amarillo, “desdén”, el rojo, “amor puro”, el rosa, “no te olvido”, y los jaspeados, “confía en mí”

Los Gladiolos:  Por su forma, “has herido mi corazón”

Las margaritas: Simbolizan duda en el amor. También pureza y sencillez

El Narciso: Simboliza el amor egoísta y la vanidad

La Rosa: Es la reina de las flores y tiene simbología variada (juventud, pureza e inocencia) pero sobre todos  está ligada a la idea de belleza. La roja refleja voluptuosidad, blanca,  candor, y  amarilla, infidelidad.

El Alhelí: el amarillo simboliza la fidelidad.

La Anémona: es una flor denominada como triste. Para los etruscos era el emblema de luto.

La Azucena: Identificada con la pureza y la majestad.

La Dalia: Significa presagio. Se suele regalar cuando va a haber un acontecimiento (boda, nacimiento)

Los Tulipanes: Significas fidelidad y respeto.

El Crisantemo: Se identifica como la flor de los muertos. En cambio, en Japón, de donde es originaria, es la flor de la vida. Tiene también un significado de “no tardes”

Y, por supuesto, no podían faltar…Las Calas.

Como podéis suponer, todo lo anterior lo he conocido a través de libros e Internet. Y cual ha sido mi sorpresa cuando he encontrado lo siguiente sobre la calas, lirios de aguas o Zantedeschia aethiopica.  :

Los ramos de lirios y las flores de calas se consideran para novias sofisticadas. Esta flor representa la elegancia, la rectitud y la nobleza. La tradicional cala blanca es símbolo de la mayor de las purezas, del cariño y la ternura.

 Ahora entiendo porque le gustaban tanto a Helena, y por qué pensaba que serían su ramo de novia.

Y ahora que conocéis estos significados, seguro que vosotras también utilizáis alguna flor en especial porque está relacionada con lo que eran, pensaban o sentían vuestros hijos.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.

Me he ayudado de:

http://marian.ariza.over-blog.es/article-flores–significado-calas-87036939.html

Manual práctico de jardinería El País. Aguilar

 

 

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Publicado en Duelo | Etiquetado , | 1 comentario