Hola, soy Helena, Feliz Navidad

Hola, soy Helena,  y en el año 1997, cuando yo tenía trece años, ya me gustaban los anuncios y pensaba en estudiar publicidad. Por entonces,  había un anuncio que rezaba casi como el título de esta carta, solo cambiaba  el nombre.

Hoy soy yo la que quiero desearos Feliz Navidad, pero eso no será posible porque yo ya no estoy en este mundo. No al menos en forma humana. Hay quien dice que sí, que soy su ángel de la guarda, su hada buena, pero eso es solo invención de mi mami. Una forma para sobrevivir y pensar que sigo por aquí.

Aunque, ahora que lo pienso, sí que voy a  aprovechar esa magia del “hada Helena” para hacer posible esta felicitación.

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El hada Helena. Dibujo hecho por Helena.

Estas son las décimas  navidades que no puedo disfrutar. Alguien se encargó de arrebatarme ese lujo, ese derecho, esa felicidad.

Todo comenzó un 17 de abril. Eran las cuatro de la tarde y volvíamos de comer con unos amigos,  mi amor y yo.

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Mis padres no estaban en casa, venían de viaje.  Cuando llegaron, se encontraron un mensaje en el teléfono. “Habla la guardia civil de tráfico. Si son los familiares de Helena, llamen al siguiente número”.

Sí, cuando llegaron mis padres, yo ya estaba muerta.

Perdí a mis padres, a mi amor, a mis amigos, mis estudios… la vida.

Y no fue por mi culpa. Alguien muy borracho fue el causante.

Conducía con 1,07 y 1,08 miligramos de alcohol por aire aspirado. En su estado,  no me vio, quiso adelantarme pero me llevó por delante. Lo que  se llama “colisión por alcance”.

Mi novio se salvó. Yo corrí peor suerte.

El año en que me mataron hubo  3342 muertes en carreteras.

Este año,  muy probablemente, las cifras de muertos en siniestros viales será mayor que el pasado año 2013, y, aunque las autoridades, ahora,  cuando comienzan las comidas y cenas de Navidad,  están poniendo su empeño en disminuir el número de víctimas, mucho me temo que este año la cifra volverá a repuntar.

Por eso me he decidido a escribir esta carta.

Aunque este año quisiera ser el anuncio que entrara en todas las casas para felicitar las fiestas, no sería posible porque en muchas de ellas este año no habrá Navidad. En unas porque ya falta algún miembro, y en otras porque tú serás el nuevo muerto.

Sí, así es, tú puedes ser la nueva víctima. Se dan todas las circunstancias para ello. No hace falta mucho, solo un coche y el alcohol de una celebración. El que tú bebiste o el que otro bebió.

Y en un segundo, todo cambia, todo termina, nada tendrá solución, porque la muerte no pide permiso, ni le importa que sea Navidad.

Por eso, y aprovechando mi nuevo estado, puede que consiga salvar a alguno, pero eso solo  será posible si crees en los cuentos.

Como mucho podré llevarte conmigo a un lugar especial, “el país infinito”, “el país del rey Melenao”. Y solo si mi madre conoce la noticia de tu muerte y se propone escribir sobre ello.

Lo único cierto es que morirás y producirás un gran dolor. Que, como yo, ya no podrásbailar, reír, llorar, comer, amar, viajar, besar, soñar y cualquier otra actividad de vida.

Que tus padres no serán abuelos, aunque físicamente lo parezcan por lo que envejecerán de repente.

Que tus hijos serán huérfanos.

Que tu mujer o esposo se convertirán en viuda o viudo.

Que tus amigos, en el mejor de los casos, hablarán de ti en pasado.

Y tú, como dice la canción, le darás verde a los pinos y amarillo a la genista.

Piensa si merece la pena una copa más, una vida menos.

Yo que tú aprovecharía esta felicitación:

2015

“¡Hola, soy Helena, Feliz Navidad!”

Helena Castillo Zapata, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

www-quieroconducirquierovivir.com

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La realidad de los sueños 2

 

 

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Hoy me he despertado angustiada por un sueño. No es la primera vez, ni la primera vez que hablo aquí de los sueños. Lo que ansiamos soñar las madres sin hijos, única forma de lograr ver a nuestros hijos. Pero los sueños son cada vez más reales, y si nos devuelven la imagen de nuestro hijo, nos devuelven la realidad de que están muertos.

El primer sueño en el que de una forma inconsciente era consciente de la muerte de mi hija, fue el que me sirvió para escribir mi cuento «Baño Nocturno».

Hoy he tenido otro de ese estilo, pero hoy, además, he sentido la angustia de las madres que han perdido a sus hijos por enfermedad, esas a las que yo envidiaba porque ellas, al menos, habían tenido la oportunidad de despedirse de ellos, de hacer todo lo posible e incluso lo imposible, por salvarlos. Pero hoy me he dado cuenta que no hay nada más angustioso, desolador y penoso que saber que tu hijo se muere.

Helena aparecía en el sueño, la veía perfectamente, pero estaba enferma de cáncer, aunque no estaba mal. Solo yo sabía que tenía cáncer. Ella estaba como siempre, animosa, alegre, pero no se explicaba por qué a veces no podía asistir al cole y tenía que ir al médico. Y yo buscaba algún psicólogo que se lo pudiese explicar.

Me he despertado angustiada, llorando, y sabiendo que, hasta en sueños, mi realidad es que mi hija está muerta. Es como si nuestro subconsciente nos diera un toque de atención y nos dijera que no podemos soñar imposibles, no podemos soñar con ellos vivos, por algún lado tiene que salir que van a morir.

Hoy he sentido el dolor de las madres que pierden a sus hijos por enfermedad. Ya no sé que es mejor, si morir de dolor de repente, como es en el caso de las que perdemos a nuestros hijos de la noche a la mañana o verlos marcharse poco a poco, arrancándote el corazón.

Perdonadme, amigas, por haber tenido envidia de vosotras.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

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Carta a los padres de Michelle, Nerea y Ana Raquel, la niñas de Fuensalida

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Queridos padres y madres de Michelle, Nerea y Ana:

Hace poco más de nueve años yo me encontraba en la misma situación que vosotros, perdía a mi única hija por la acción de un conductor borracho. Y en este caso, puedo llamarle directamente «borracho» porque el índice de alcohol de la persona que arroyo el coche de mi hija era de 1,07 y 1,08.

Ocurrió en una autovía  (M-607), quiso adelantarla pero se la llevó por delante, no se cambió de carril, en su estado,  se pierde la visión y las medidas.

Por ello, sé por lo que estáis pasando.

Quisiera poder mandaros consuelo, pero no lo hay. Solo el tiempo os ayudará a aprender a vivir con ello.

Aunque quieres morir, no te mueres, y la naturaleza te amarra, te enreda, te fija a esta vida que nos ha tocado vivir.

Puede que en algún momento tengáis sentimiento de culpa. Es el sentimiento de culpa que nos queda a los padres por sobrevivir a los hijos.

Tendréis un mar de sentimientos, ninguno agradable, todos dolorosos e insoportables. Querréis morir, pero no se muere. Habéis comenzado vuestro «Duelo»

Encontraréis la forma de sobrevivir. Cada uno encuentra esa forma, y, sobre todo, haced que el recuerdo de ellas no se pierda.

La que subscribe esta carta lo consiguió dedicándose a escribir para concienciar sobre los peligros de una conducción no responsable, y tratando de compartir el dolor, porque el dolor compartido no es menor, pero es más llevadero. Otros se dedican a hacer obras de solidaridad. Otros se refugian en la religión. Cualquier cosa vale para sobrevivir.

Si tenéis más hijos tendréis que sacar fuerza de flaqueza para seguir adelante por ellos y para ellos. Y aunque todos estáis heridos, cada uno deberá cuidar sus heridas y vosotros los padres doblemente, porque aunque ahora está todo muy reciente, pasado un tiempo tendréis que ocuparos de esos otros hijos, para que un día no os digan: «Tu perdiste una hija, pero yo he perdido una madre o un padre.

Cuidaros. Buscad ayuda, física y psíquica. Recordad los momentos felices vividos con ellas. Y manteneos unidos, pero cada uno con su dolor.

Quiero haceros llegar mi solidaridad y mi historia  de supervivencia, por si os pudiera ayudar o aportar un hilo de esperanza.

Vuestro dolor es también el mío, porque antes ya lo sufrí yo. Por eso, os comprendo y os siento. Un fuerte abrazo solidario.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por el alcohol que ella no tomó.

www.quieroconducirquierovivir.com

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Lo Imposible

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Ayer vi la película «Lo imposible», película  que durante mucho tiempo me negué a ver. Esta era la tercera película que me faltaba por ver relacionada con el tsunami ocurrido  en el 2004  en el océano Índico, en el que murieron más de 200000 personas.

En esas tres películas, cuyo tema de fondo es el tsunami, pero en cada una de ellas tratado de forma diferente, se toca el tema de la pérdida, la muerte y el más  allá o cómo reponerse de las tragedias que pueden afectar nuestra vida.

Creo que la primera que vi fue  «Más allá de la vida». Podéis leer lo que escribí en su día sobre ella. La segunda fue «Tsunami: más allá de la tragedia». En ella nuevamente el tema de la muerte, la pérdida de los seres queridos, el duelo y cómo sobrevivir.

Y la tercera, «Lo imposible», durante mucho tiempo  me negué a verla porque desde el principio, y respetando el sufrimiento de los protagonistas, no me parecía una historia importante, puesto que los protagonistas habían sobrevivido. Entonces, nada me podían aportar.

Y he de decir, que no me sorprendió, como ya esperaba,  salvo la admiración por los efectos especiales para hacernos estar inmersos en el verdadero Tsunami.

De las tres películas, para nosotras «madres sin hijos», y en mi opinión, la más cercana, la más real, la que mejor representa  nuestro estado y sentimiento, es la de   «Tsunai: más allá de la tagedia». Os la recomiendo.

Para aquellos que creen en un más allá o que quieren creer, para los que piensan que se pueden poner en contacto con sus seres querido, los que creen en los ECM (experiencias cercanas a la muerte), por supuesto la de «Más allá de la vida», pero por mi escepticismo, esta película me pareció eso, una película.

Y, por supuesto, estas dos películas me gustaron más que «Lo imposible».

No le quito su valor como película (dirección, técnica, escenarios…), pero no me sedujo su historia, no me convenció, no me transmitió el dolor y la desesperanza que sentimos los que hemos sufrido una pérdida.

Ahora entiendo, algo que no me explicaba en principio cuando en su labor de marketing mostraban que era una historia espectacular, algo para contar. No entendía cómo habiendo tantas historias extraordinarias, como tragedia, como ejemplo de supervivencia o de solidaridad, el director se había fijado en esta historia. Ahora lo comprendo, era una historia de película, con final feliz. Y a la gente le gustan los finales felices, no le gustan las tragedias reales, las cosas tristes.

Sí, es algo imposible, pero para imposible, imposible, nuestra situación. Porque todos los padres que hemos perdido a un hijo, aunque pase mucho tiempo, seguimos pensando que es imposible, que no es real, que es un sueño del que vamos a despertar, que no es posible que nos haya pasado esto. Eso sí que es imposible.

Creo que la mayoría de los que hemos perdido a nuestros hijos, y desde que los hemos perdido tenemos una vida que podría dar para una película, pero, y a quién le interesa.

Temas relacionados con la muerte:

Doctora Angi Carmelo

Blog Calcetines del revés

Libros «Palabras que consuelan» Merce Castro Puig

Y en este blog de «Madres sin hijos» encontraréis la forma de sobrevivir de esta madre, ahora sin hijos:

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.

En este enlace podéis ver la película «Más allá de la tragedia»

http://www.youtube.com/watch?v=bJfMW87Ppqc

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Las Víctimas y el Día en Recuerdo de las Víctimas de Siniestro Vial

siniestros viales

 

Este post es una reflexión de una víctima de Siniestro Vial, puede que otras víctimas no estén en total acuerdo, pero es mi sentir, el de Flor Zapata Ruiz, la madre de Helena, que murió por culpa de un conductor borracho. Seguir leyendo…

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Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Tráfico, 2014

El primer lazo naranja

Y llegó noviembre, y con él el Día de las Victimas  de Siniestros de Tráfico. Y como cada año, el tercer domingo de noviembre se conmemora “El día en recuerdo de las víctimas de tráfico”, o como desde hace pocos meses hemos acordado en llamar “Victimas de Siniestro Vial”. Seguir leyendo…

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Qué hacer con sus cosas

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Cuando comencé a escribir este blog, mi intención era que, la mano que mece la cuna, estuviera al tanto de lo que producen esos mal llamados accidentes de tráfico, esos que estamos intentando se denominen siniestros viales o siniestros de tráfico.

A la vez, trataba de compartir mi experiencia con el dolor, y poder ayudar a otras madres que hubieran perdido algún hijo. Hoy, después de casi nueve años de escritura, me doy cuenta de que este segundo objetivo, es tarea imposible porque con el paso del tiempo, ni siquiera yo sé qué hacer con este dolor.

Veinte años no es nada, pero veinte años dan para acumular mucho. Y cada día aparece una nueva cosa de Helena. O simplemente aparece un nuevo objeto, foto, escrito, dibujo, regalo, tarjeta, en el que no había reparado, o había guardado y ya no lo recordaba. En definitiva, aparece una nueva flecha que se clava.

¿Qué hacer con las cosas de los hijos? Salvo aquellos que en los primeros momentos se desprenden de todo lo relativo al hijo que han perdido, y que normalmente no son los padres, sino otras personas en su afán por evitar dolor a estos se encargan de recoger y apartar las cosas que acumulan recuerdos, y por otra parte, bajo mi punto de vista, una barbaridad, las cosas siguen ahí por años y años.

La pérdida de un hijo derrumba la casa mejor construida. Mina los cimientos más asentados. Desestabiliza la mente mejor amueblada. Te hace perder el rumbo, y aún no sé si algún día llegas a controlar el barco de tu vida.

Yo, ya no sé dar consejo, no encuentro ni siquiera solución para mí, ni abro mi corazón como cuando lo hacía cuando el dolor se supone era más fuerte.

Sigo acumulando cosas de Helena. Sigo llorando cada vez que aparece una nueva. Y cada día me encuentro más perdida.

Porque este dolor es infinito, y se acrecienta según te vas acercando al final del camino.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor borracho.

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Lo que me dejó Helena

Creo que ya he comentado alguna otra vez, que después de la pérdida de mi hija, encontré, contacté, o hice amistad con personas importantes por sus conocimientos, su actitud, su profesionalidad, su creatividad o simplemente por la afectividad que me mostraron.  Y muchas de estas personas me han enriquecido en mi desarrollo como persona. Y, estoy convencida, que eso fue posible por haber perdido a mi hija.

Sé que estos nuevos contactos nunca suplirán la falta de mi hija, pero me gusta pensar que fue algo que me dejó ella. Y cada uno, y en diferentes momentos de mi dolor, me ha entregado un regalo, que también quiero pensar es un regalo de Helena, que me llega a través de ellos.

Y como mi explosión de locura fue escribir, son muchos los escritores y poetas con los que contacté. De todos ellos aprendí, cómo no si  yo no sabía nada, pero, además, todos me regalaron muestras de afectos y escritos dirigidos o en favor de mi lucha. Y otros, sus poemas en los que me refugiaba o de los que me servía para poder expresar mi dolor.

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Hoy he estado con Nieves Gallardo, escritora y poeta, y, aunque ya ella me había hecho llegar el poema «Mi vida» dedicado a la memoria de mi hija, hoy lo he podido ver plasmado en su poemario «Sin Permiso». Ha sido un placer y una alegría volverme a reencontrar con este poema y con otros de esos que siempre sacas partido al leerlos una y otra vez.

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Y al igual que me pasó en su día con los poemas de Manuel Juliá o los de Rosalía de Castro, los he hecho míos, me he adueñado de ellos, y los he señalado, subrayados, troceado, como si fueran alimentos para guardarlos y administrarlos cuando los necesite.

Conocí a Nieves casi en mis peores momentos, cuando mis escritos solo tenían un tema y rezumaban dolor. Estábamos en el mismo taller de escritura, pero ella era una alumna aventajada, y su poesía me cautivó. Por eso, hoy, este libro ha sido un regalo, un regalo con mucho amor.

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Gracias, Nieves, por la charla, la compañía, el regalo, y sobre todo, por la empatía, porque hay que sentir mucho el dolor ajeno para expresarlo tan bien.

 

MI VIDA

 

Dicen que has muerto,

pero yo, te siento tan viva…

 

En la soledad de la noche

escucho tu silencio, y

me miras, me sonríes,

tus risas son mis alegría.

 

Dicen que has muerto,

pero yo, te siento tan viva…

 

Cuándo amanece  y

el sol acaricia mi cara.

Es tu mano la que siento,

tu piel la que me abraza.

 

Dicen que has muerto,

pero  yo, te siento tan viva…

 

Son tus ojos, tu pelo,

tu aroma el que me embriaga,

cuándo contemplo tus fotos

y  me abrazas por la espalda.

 

Dicen que has muerto,

pero  yo, te siento tan viva…

 

Qué sabrán ellos si

tú, no eres su hija.

Si nadie te parió salvo yo,

si nadie te dio la vida.

 

Dicen que has muerto

¡Mentira, todo mentira!

 

 Puesto que a mi lado andas,

junto a mí siempre caminas.

En tus hombros yo me apoyo

y  en tu recuerdo, mi niña,

vivo más que cualquier ser

ya que tú, eres mi vida.

 

 Nieves Gallardo Cañaveras (Dedicado a Helena y a su madre Flor Zapata)

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, que murió por un conductor borracho.

 

 

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El dolor con el paso del tiempo

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Según ha ido pasando el tiempo, me cuesta más escribir aquí. Y se podría pensar que es por aquello que dicen de que el tiempo lo cura todo, que el dolor se acaba, que a todo se acostumbra el ser humano… Nada más lejos.

Cuando más loca estaba de dolor, esta página me servía para mezclar mis lágrima con palabras. Ambas salían a raudales, sin continencia, sin vergüenza.

Ahora, con el paso del tiempo, mis sentimientos se han hecho más profundos, más íntimos, menos compartibles, y cada día me es más difícil poder expresarlos.

Siento vergüenza de exponerme y exponerlos en público. Mis sentimientos están cada vez más enroscados en mi interior más profundo. La escritura ya no es una terapia, ni un paño, ni un bálsamo. Ya no hay consuelo.

Quien piense que el dolor se terminó, está equivocado. Sólo está escondido para no ahuyentar al personal. Quien podría entender que después de 9 años siga estando con el corazón de luto.

Sí, hay quien lo entendería, aquellas personas que llevan más tiempo que yo sumidos en este dolor.

…No, no puede acabar lo que es eterno,
ni puede tener fin la inmensidad.

Decía Rosalía de Castro, y yo añado, y la pena se hace eterna y la añoranza no tiene fin.

Mi querida hija, cuando parece que ya no tengo una lágrima que verter, siempre sigue habiendo una más. Te quiero, te necesito, te añoro, perdóname este egoísmo.

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena.

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Señales

Ando preparando mi intervención del próximo día 25 en la Fundación CEA, donde se hará la presentación del libro «Aspectos criminológicos en materia de seguridad vial», un libro en el que hemos cooperado 20 personas, con temas relacionados con la seguridad vial y las víctimas.

Y esta presentación va a ser posible en este lugar porque hace 9 años, cuando mi dolor estaba en su punto más álgido, cuando buscaba aliados y cómplices para luchar por la disminución de los mal llamados accidentes de tráfico, llegué hasta la página de CEA y allí me encontré una canción que hablaba de no beber si vas a conducir, porque el alcohol mezcla mal con la gasolina.

Bueno, pues, esta mañana, recogía una carpeta del suelo, que se me cayó ayer al coger algo, pero que, como me agacho tan mal, lo voy dejando por si algún alma caritativa lo recoge.

Y como no ha habido ninguna, lo he tenido que recoger yo.

Era una carpeta azul con el título de «Documentación médica de María Ruiz». Son papeles de mi madre que todavía no he sido capaz de destruir.

Imagen (202)

La he abierto, y lo primero que ha aparecido ha sido una revista abierta por una hoja, donde había publicada una carta mía, contando mi historia con esa canción. Era una carta que yo envié a CEA y publicaron. Mi madre guardaba un ejemplar.

¿Sería una señal? ¿ Por qué aparecía ahora?

Ayer, publicaron una entrevista que me habían hecho hace unos meses, pero que no habían sacado hasta ahora, sobre mi lucha. El periodista me dijo que le pareció el mejor momento, en la Semana Europea de la Movilidad.

Y hace un ratito, una persona de CEA me ha avisado de que mirase en una página de Facebook, porque ayer habían publicado una canción. Se trataba de mi canción.

Y todo sucedía entre ayer y hoy. ¿Señales? ¿Coincidencias?

No sé qué pensar. ¿Qué pensáis vosotras, madres sin hijos?

Aquí tenéis la canción:

Flor Zapata Ruiz, madre de Helena, muerta por la acción de un conductor con alcohol.

 

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